sábado, 15 de enero de 2011

Capítulo 11 de Awakened | PC & Kristin Cast

Traducido por Dark patience Blogs:http://www.darkpatience.blogspot.com/
Kalona
Traducido por Carmen


É
l podía sentir a Neferet aproximándose y se armó de valor, enmascarando su expresión y encubriendo el odio que había comenzado a sentir por ella con un comportamiento cuidadoso de expectación y comodidad.
Kalona aguardaba su momento oportuno. Si había algo que un inmortal comprendía, era el poder de la paciencia.
“Neferet se acerca,” le indicó a Rephaim. Su hijo estaba de pie delante de las grandes puertas de cristal que daban a un enorme balcón que era la característica predominante del altillo del ático de lujo que la Tsi Sgili había comprado. El Lujoso ático mostraba toda la opulencia que Neferet ansiaba y la privacidad y acceso al tejado como él pidió.
“¿Ella se imprimó contigo?”
La pregunta de Rephaim hizo que los pensamientos de Kalona hicieran cortocircuito. “¿Impreso? ¿Neferet y Yo? Qué pregunta tan extraña la que me haces.”
Rephaim se apartó de la vista del centro de la ciudad de Tulsa para mirar a su padre. “Puedes sentirle acercándose. Asumo que ella ha probado tu sangre y has sido impreso.”
“A nadie le gusta la sangre inmortal.”
Las puertas del elevador sonaron un poco antes de que se abrieran y Kalona se giró a tiempo para ver a Neferet caminar con grandes pasos a través del piso destellante de mármol. Ella se movía graciosamente, deslizándose por el suelo, algo que los menos informados creerían vampírico. Kalona sabía que las cosas no eran así. Comprendió que su movimiento había cambiado, cambiado y evolucionado—al igual como ella había cambiado, y finalmente evolucionado en un ser que era mucho más que un vampiro.
“Mi Reina,” le dijo, inclinándose respetuosamente ante ella. La sonrisa de Neferet fue peligrosamente bella.
Serpenteante. Ella colocó su brazo sobre su hombro y ejerció más presión de la que era necesaria. Obedientemente, Kalona se inclinó para que ella pudiera presionar sus labios con los de él. Dejó que su mente quedase en blanco. Su cuerpo automáticamente respondió, haciendo más hondo el beso, dejando su lengua reptar en su boca.
Tan abruptamente como ella lo había empezado, Neferet terminó el abrazo. Mirando por encima su hombro dijo, “Rephaim, pensé que estabas muerto.”
“Herido, no muerto. Me curé y esperé el regreso de mi padre,” Rephaim le respondió.
Kalona pensó que aunque las palabras de su hijo fueron apropiadas y respetuosas, hubo algo en su tono que estaba ausente, aunque siempre había sido difícil leer a Rephaim, como el rostro de una bestia tendía a enmascarar cualquier emoción humana que tuviera. Si, de verdad, él tuviese cualquier emoción que pudiese clasificarse como humana.
“Me enteré que te has permitido ser visto por los novatos de la Casa de la Noche en Tulsa.”
“La Oscuridad me llamó. Respondí. Que hubieran novatos fue insignificante para mí,” Rephaim respondió.
“No solamente los novatos—Stevie Rae estaba allí, también. Ella te vio.”
“Como dije antes, esos seres son insignificantes para mí.”
“Aún así, fue un error que permitieses que cualquiera supiese que estas aquí, y no tolero errores,” Neferet indicó.
Kalona vio que los ojos comenzaron a tomar una coloración rojiza. La cólera se elevó en su interior. Que él estuviese bajo el yugo de Neferet era bastante malo—pero que su hijo predilecto pudiese ser sermoneado y castigado por ella era intolerable.
“En realidad, mi Reina, esto podría funcionar a nuestro favor el que sean conscientes de que Rephaim permanece en Tulsa. Se supone que he sido desterrado de tu lado, así que no puedo ser visto aquí. Si la Casa de la Noche local oye rumores de un ser alado, asumirán que un Cuervo Mocker asecha en la noche y no pensarán en mí.”
Neferet alzó una frente ámbar arqueada. “Un buen punto, mi amor alado, especialmente cuando ustedes dos trabajaran para traerme de regreso a los otros novatos rojos.”
“Como mandes, mi Reina,” Kalona respondió suavemente.
“Quiero que Zoey regrese a Tulsa.” Neferet abruptamente cambió el tema. “Esos tontos en la Casa de la Noche me han contado de que ella se rehúsa a dejar Skye. Ella no está a mi alcance allí—y deseo fervientemente que esté a mi alcance.”
“La muerte del inocente hará que ella regrese,” Rephaim dijo.
Los ojos verdes de Neferet se estrecharon. “¿Y cómo sabes de esta muerte?”
“La sentimos,” Kalona respondió. “La Oscuridad lo celebró.”
La sonrisa de Neferet fue fiera. “Cuan encantadora la sentiste. La muerte de ese niño ridículo me complace. Aunque me preocupa que pueda tener el efecto opuesto en Zoey. En lugar de hacerla venir corriendo de regreso débil, lloriqueándole a sus amigos, podría alimentar su decisión de mantenerse escondida en esa isla.”
“Quizás deberías dañar a uno más cercano a Zoey. La Roja es como una hermana para ella,” Kalona indicó.
“Es cierto, y la mísera Afrodita se ha convertido en algo cercano también,” Neferet añadió, dando un toque a su barbilla, pensando.
Un ruido extraño el cual provenía de su hijo llamó la atención de Kalona hacia Rephaim. “¿Tienes algo que añadir, hijo?”
“Zoey se esconde en Skye. Ella cree que no la puedes alcanzar allí, ¿no es verdad?” Rephaim preguntó.
“No podemos,” Neferet le contestó, la irritación volvió a su voz dura y fría. “Nadie puede atravesar las fronteras del reino de Sgiach.”
“¿Quieres decir que nadie—se supone—es capaz de atravesar las fronteras del reino de Nyx?” Rephaim dijo.
Neferet lo atravesó con su mirada esmeralda. “¿Te atreves a ser impertinente?”
“Explícate, Rephaim,” Kalona dijo.
“Padre, tú ya hiciste una abertura a un límite aparentemente imposible para entrar al Otro Mundo de Nyx, aun después de que la Diosa misma te desterró. Usa tu conexión con Zoey. Alcánzala a través de sus sueños. Déjala que entienda que ella no puede esconderse de ti. Que la muerte de su amigo, y el regreso de Neferet a la Casa de la Noche deberían ser suficiente para engatusar a la joven Suma Sacerdotisa a salir de reclusión.”
“Ella no es una Suma Sacerdotisa. ¡Ella es una novata! ¡Y la Casa de la Noche de Tulsa es mía, no de ella!” Neferet prácticamente chilló. “¡No!. Ya he tenido suficiente de la conexión de tu padre con ella. No la mató, por lo que quiero separarlos. Si Zoey debe ser removida de Sgiach, lo haré utilizando a Stevie Rae o a Afrodita—o quizás a las dos. Necesitan una lección para que me muestren el debido respeto.”
“Como gustes, mi Reina,” Kalona respondió, dándole a su hijo una mirada penetrante. Rephaim se encontró con esa mirada fija, vaciló, y luego, también, dobló su cabeza y dijo suavemente, “Como desees”
“Bien, entonces eso es todo. Rephaim, las noticias locales informan que ha habido violencia de pandillas cerca a la Escuela Secundaria Will Rogers. La pandilla corta gargantas y drena la sangre. Creo que si seguimos a esa pandilla encontraremos a los otros novatos rojos. Haz eso. Discretamente.”
Rephaim no respondió, pero inclinó su cabeza aceptándolo.
“Y ahora voy a disfrutar de esa preciosa bañera de mármol en el otro cuarto. Kalona, mi amor, me uniré a ti en nuestra cama muy pronto.”
“Mi Reina, ¿no deseas que vaya a buscar a los novatos rojos con Rephaim?”
“No esta noche. Esta noche necesito un servicio más personal de ti. Hemos estado apartados demasiado tiempo.” Ella deslizó una uña roja por el pecho de Kalona y él tuvo que esforzarse para no sobresaltarse y apartarse de ella.
Ella debió haber visto algo de su deseo por evitar su contacto, sin embargo, sus siguientes palabras fueron frías y duras. “¿Te desagrado?”
“Claro que no. ¿Cómo me podrías desagradar? Estaré listo y dispuesto para ti, como siempre.”
“Y tú estarás en Mi cama, esperando mi placer,” le respondió ella. Con una sonrisa cruel se dio vueltas y se deslizó en el enorme dormitorio que ocupaba medio ático de lujo, cerrando las contrapuertas al cuarto de baño con un estruendoso portazo que Kalona pensó sonó muy parecido al de un carcelero cerrando la puerta de la prisión.
Él y Rephaim permanecieron quietos y silenciosos por casi un minuto completo. Cuando el inmortal finalmente habló su voz fue áspera por la cólera reprimida.
“No hay precio demasiado alto que pagar por romper el control que ella tiene sobre mí.” Kalona pasó su mano por su pecho como si pudiese borrar su toque.
“Ella te trata como si fueses su criado.”
“No para toda eternidad, ella no lo hará,” Kalona respondió gravemente.
“Por ahora ella lo hace, sin embargo. ¡Ella te ordena incluso que te mantengas alejado de Zoey, y tú has sido atado a la doncella cherokee a compartir su alma durante siglos!”
La repugnancia en la voz de su hijo reflejaba los propios pensamientos de Kalona. “No,” él dijo silenciosamente, diciéndose más a sí mismo que a su hijo. “La Tsi Sgili puede creer que ella controla cada movimiento, pero aunque ella se cree una diosa, no es omnisciente. Ella no puede saberlo todo. Ella no lo verá todo.” Las sólidas alas de Kalona se agitaron espasmódicamente, reflejando su nerviosismo. “Creo que estabas en lo correcto, hijo. Puedo aguijonear a Zoey para que abandone la antigua Isla de Skye si ella comprende que aun allí, ella no puede librarse de su conexión conmigo.”
“Parece lógico,” Rephaim respondió. “La chica se esconde allí para evitarte. Muéstrale que tus poderes son demasiado grandes para eso, sin importar si la Tsi Sgili lo aprueba o no.”
“No requiero la aprobación de esa criatura.”
“Exactamente,” Rephaim secundó.
“Mi hijo, toma el nocturno cielo y sigue la pista de los otros novatos. Eso apaciguará a Neferet. Lo que verdaderamente deseo que hagas es encontrar y observar a Stevie Rae. Obsérvela cuidadosamente. Fíjate dónde va y lo que hace, pero no la captures aún. Creo que sus poderes están asociados a la Oscuridad. Creo que ella puede ser necesaria para nosotros, pero primero su amistad persistente con Zoey y la Casa de la Noche tienen que ser corroídas. Ella debe tener una debilidad. Si la observamos lo suficiente lo descubriremos.” Kalona hizo una pausa, luego se rió ahogadamente, aunque el sonido fue completamente sin humor. “Las debilidades pueden ser tan seductoras.”
“Cautivado, ¿Padre?”
Kalona miró a su hijo, admirándose de su extraña expresión. “Seductora, ciertamente. Quizás tú has estado tan ajeno al mundo que no recuerdas el poder de una sola debilidad humana.”
“Yo…no soy humano, Padre. Sus debilidades son difíciles para mi comprenderlas.”
“Por supuesto…por supuesto, sólo encuentra y observa a la Roja. Consideraré qué hacer con ella después,” Kalona dijo despectivamente. “Y mientras espero la siguiente orden de Neferet”—dijo con desdén, como si la acción de expresar su nombre le fuese desagradable al gusto—“buscaré el área de los sueños y le daré a Zoey—así como Neferet—una lección de del gato y el ratón.”
“sí, Padre,” Rephaim respondió.  
Kalona le observó abrir las contrapuertas y salir hacia el techo de piedra. Rephaim cruzó de un tranco el balcón hacia el borde de la pared, dio un salto en su cornisa, y a continuación abrió sus enormes alas de ébano y cayó silenciosamente, con gracia, en la noche, mimetizándose y volviéndose casi invisible contra el horizonte de Tulsa.
Kalona envidió a Rephaim por un momento, deseando que él, también, pudiese brincar del tejado del majestuoso edificio y pudiese deslizarse en el oscuro cielo, cazando, buscando, descubriendo.
Pero no. Esta noche habría otro trabajo de caza que completaría. No lo llevaría al cielo, pero en cierta forma, también lo satisfacería.
El terror podía ser satisfactorio.
Por un el instante él recordó la ultima vez que había visto Zoey. Fue en el instante en que su espíritu se había marchado del Otro Mundo y regresado a su cuerpo humano. El terror en ese momento había sido suyo, había sucedido por su fracaso en mantener el alma de Zoey en el Otro Mundo, matándola así. La oscuridad, bajo la dirección del juramento de Neferet, sellado por su sangre y su aceptación, había podido controlarlo—aprisionar su alma.
Kalona se estremeció. Él por mucho tiempo había traficado con la Oscuridad, pero él nunca le había dado dominio sobre su alma inmortal.
La experiencia no fue agradable. No fue por el dolor el cual había sido tan insoportable, aunque en efecto hubiera sido grande. No fue la impotencia que sintió cuando los zarcillos de la Bestia lo encajonaron. Su terror se debió al rechazo de Nyx.
“¿Me perdonarás alguna vez?” él le había preguntado.
La respuesta de la Diosa le había cortado más profundamente que la espada Claymore del guardián Stark: “Si alguna vez eres digno de perdonar pídemelo. No antes.” Pero el golpe más terrible había llegado con sus siguientes palabras. “Le pagarás a mi hija lo que le adeudas, y después regresarás al mundo y a las consecuencias que allí te esperan, sabiendo mi Guerrero caído, que a tu espíritu, así como a tu cuerpo se le prohíbe entrada a mi reino.”
Luego ella lo había abandonado a los pliegues de la Oscuridad, desterrándolo otra vez sin una segunda mirada. Fue peor que la primera vez. Cuando él había caído había sido su elección, y Nyx no había sido fría e indiferente. Había sido diferente la segunda vez. El terror de la irrevocabilidad de ese destierro lo perseguiría por toda la eternidad, tal como lo haría ese último, vislumbre agridulce que él había tenido de su Diosa.
“No. No pensaré en eso. Por mucho tiempo este ha sido mi camino. Nyx no ha sido mi Diosa por siglos, ni querría regresar a mi vida siendo su Guerrero, por siempre segundo a los ojos de Erebus.” Kalona habló hacia el cielo nocturno, siguiendo con la mirada a su hijo, y luego cerró la puerta a la noche fría de enero y otra vez, cerró su corazón a Nyx.
Con objetivo renovado el inmortal cruzó de un tranco el ático de lujo, pasando los vitrales, el bar de brillante madera, las lámparas colgantes, y el mobiliario de terciopelo con el dormitorio exuberante. Recorrió con la mirada las contrapuertas cerradas del cuarto de baño, a través de las cuáles podía oír el agua corriendo, llenando la enorme bañera en la que Neferet tanto le gustaba disfrutar. Podía oler el perfume que ella siempre le añadía al agua llena de vapor, el aceite era una mezcla de flores de jazmín y ajo preparado exclusivamente por la Casa de la Noche de París. El perfume parecía reptar por debajo de la puerta y llenar el aire a su alrededor como una sofocante manta.
Kalona asqueado, dio vuelta y regresó sobre sus pasos por el ático. Sin vacilar se acerca hacia las puertas de cristal que conducían al tejado, las abrió, y tragó el aire limpio, frío de la noche. Ella tendría que venir a él, salir a buscarlo, encontrarlo aquí, al aire libre, cuándo ella se dignase a llegar tan bajo como para venir en verdad a buscarlo. No lo castigaría por no hallarse en su cama, esperando su placer como si él fuera su puta. Kalona gruñó.
No fue hace mucho tiempo que, hechizado por su poder, ella había estado cautivada con él. Se preguntó brevemente si él decidiría esclavizarla cuando rompiera su dominio sobre su alma.
El pensamiento le dio algo de placer. Más tarde. Él lo consideraría más tarde. Ahora el tiempo era breve y tenía mucho que hacer antes de que tuviese, otra vez, que aplacar a Neferet.
Kalona caminó hacia la baranda de piedra bellamente adornada y maciza. Él extendió sus enormes alas, oscuras, pero en lugar de brincar del tejado y saborear el aire nocturno, el inmortal se sentó sobre piso de piedra, cerrando sus alas, como un capullo.
Él ignoró la frialdad de la piedra bajo de él y sintió únicamente la fuerza del cielo infinito sobre él y la magia antigua que flotaba libre y seductora en la noche.
Kalona cerró sus ojos y lentamente…lentamente inhaló y entonces exhaló. Cuando el aliento lo abandonó, así también lo hizo todos los pensamientos sobre Neferet, cuando aspiró su siguiente aliento e ingresó en sus pulmones y en su espíritu, también lo inundo el poder invisible que llenaba la noche durante la cual su sangre inmortal le daba autoridad. Y luego se concentró en Zoey.
En sus ojos—ónice. En su exuberante boca.
La estampa fuerte de su ascendencia cherokee que le confirieron las características que le recordaron a otra damisela con cuya alma ella compartió y cuyo cuerpo lo había capturado y confortado.
“Encuentra a Zoey Redbird.” El hecho de que Kalona hablase en voz baja no disminuyó el mandato mientras conjuraba a su sangre y  a la noche, un poder tan antiguo que hizo al mundo parecer joven. “Lleva mi espíritu a ella. Sigue nuestra conexión. Si ella está en el reino de los sueños, no puede esconderse de mí. Nuestros espíritus se conocen demasiado. ¡Ahora ve!”
Esta despegue de su espíritu no fue nada comparado a lo que le había ocurrido cuándo la Oscuridad, ordenada por Neferet, había capturado su alma. Éste fue un despegue suave—una apacible sensación de vuelo que le fue familiar y agradable. No fueron los tentáculos pegajosos de Oscuridad lo que siguió, sino por el contrario fue energía la que se remolino oculta en los pliegues, entre las corrientes del firmamento.
El espíritu liberado de Kalona se movió velozmente y su objetivo fue al este, a una velocidad incomprensible para la mente mortal.
Él vaciló brevemente cuando llegó a la Isla de Skye, asombrado por el hecho de que el hechizo protector Sgiach, el cual había cubierto la isla desde hace tanto tiempo no pudiese detenerlo. Ella era, ciertamente, un vampiro poderoso. Él pensó que era una pena que ella no hubiese contestado a su llamado en lugar de Neferet.
Después de eso él no perdió el tiempo en pensamientos ociosos y su espíritu aplastó la barrera de Sgiach, dejándose a si mismo planear descendiendo, lentamente pero resueltamente, hacia el castillo de la reina vampiro.
Su espíritu se detuvo un momento nuevamente mientras pasaba la arboleda que se volvió exuberante y profunda cerca al castillo de la Gran Cortadora de Cabezas y sus Guardianes.
La huella de la Diosa estaba por todas partes. Atravesó su alma con un dolor que trascendió el mundo físico. La arboleda no lo detuvo. No le prohibió el paso. Simplemente le causó un agonizante recuerdo momentáneo.
Es como el bosque de Nyx que nunca veré otra vez…
Kalona se apartó de la prueba frondosa de la bendición de Nyx a alguien más y dejó que su espíritu fuese atraído hacia el castillo de Sgiach. Él encontraría a Zoey allí. Si ella estuviese durmiendo, él seguiría su conexión y entraría en el reino místico de los sueños. Mientras el pasó sobre las tierras echó un vistazo de aprobación hacia las cabezas humanas y el evidente estado limpio y antiguo del lugar. Hundiéndose en la piedra gris gruesa de mármol propio de la isla, Kalona consideró cuánto él preferiría vivir allí en lugar de la jaula dorada del lujoso ático Mayo en Tulsa.
Él necesitaba completar esta tarea y hacer que Zoey volviera a la Casa de la Noche. Como los movimientos en un intrincado juego de ajedrez, ésta era simplemente una reina más que debía ser capturada para que él pudiera ser libre.
Su espíritu se hundió cada vez más profundamente. Usando su vista de alma, el poder a través del cual su sangre inmortal hizo visible las capas de la realidad que levantó y cambió, agitó y transformó en todas partes el mundo mortal, él enfocó su atención en el reino de los sueños, aquella astilla fantástica de la realidad que no era completamente corpórea, no era únicamente espíritu, jaló el tenso hilo de la conexión que había estado siguiendo, sabiendo que cuando la cacofonía de colores que cambian la realidad se aclararan, él estaría unido allí, con Zoey.
Kalona estaba relajado, confiado y por consiguiente completamente no preparado para lo que sucedió después. Él sintió un tirón poco familiar, como si su espíritu se hubiera convertido en granos de arena y fuera succionado por el estrecho embudo de un reloj de arena.
Al aclararse la visión, sus sentidos comenzaron a estabilizarse. Lo que vio lo conmocionó tan mal que casi perdió completamente el hilo del viaje de espíritu y fue sacudido de regreso a su cuerpo humano. Zoey le sonreía con una expresión llena de calor y confianza.
Por las sombras de la realidad que le rodeaban, Kalona supo inmediatamente que él no se había introducido el reino de los sueños. Él miró a Zoey, sin atreverse a respirar.
Y el sentido del tacto regresó. Ella estaba envuelta en sus brazos, su cuerpo desnudo, flexible y caliente, presionado contra el suyo. Ella tocó su cara, dejando que sus dedos permanecieran mucho tiempo sobre sus labios. Sus caderas automáticamente fueron a su encuentro y ella hizo un pequeño sonido de placer mientras sus ojos se agitaban cerrados y acercó sus labios a los suyos.
Justo antes de que ella lo besara, y se instala profundamente dentro de su cuerpo, el sentido del oído de Kalona volvió.
“Te amo, también, Stark,” dijo ella, y comenzó a hacer el amor con él.
El placer fue tan inesperado—la sacudida tan intensa—que la conexión se rompió. Con su respiración harapienta, Kalona se puso de pie y se apoyó contra la barandilla del tejado. Su sangre bombeaba caliente y acelerada por su cuerpo. Él negó con la cabeza incrédulo.
“Stark.” Kalona repitió el nombre a la noche, pensando en voz alta. “La conexión que seguí no era la de Zoey en absoluto. La conexión fue con Stark.” Él entendió, y luego se sintió como un tonto por no anticipar lo que había sucedido. “En el Otro Mundo infundí el espíritu de mi alma inmortal dentro de él. Algo de ese espíritu, obviamente, ha quedado.” La sonrisa que apareció en la cara del inmortal fue tan feroz como su furiosa sangre. “Y ahora tengo acceso al Guardián de Zoey Redbird, su juramentado Guerrero.” Kalona desplegó sus alas, arrojó hacia atrás su cabeza, y dejó a su risa triunfante timbrar en la noche.
“¿Qué es tan divertido y por qué no me esperas en mi cama?”
Kalona giró para ver a Neferet desnuda en el portal de la suite, con una mirada de irritación en su arrogante cara. Pero esa mirada rápidamente cambió cuando ella contempló su cuerpo completamente despertado.
“No me divierto, estoy alegre. Y estoy aquí porque deseo tomarte en el techo con el cielo abierto extendiéndose por encima de nosotros.” Él se acercó a Neferet, la alzó, la llevó hacia el balcón, cerró sus ojos, e imaginó los ojos y cabellos oscuros mientras la hacia gritar de placer una y otra vez.


Stark 


L
a primera vez que ocurrió fue tan rápidamente que Stark no pudo estar seguro, completamente y absolutamente seguro de que había ocurrido.
Pero él debería haber escuchado sus instintos. Su intestino le dijo que algo estaba mal, muy mal, incluso si era por sólo unos minutos.
Él había estado en la cama con Zoey. Ellos habían hablado y se habían reído, básicamente pasando un buen rato a solas. El castillo era imponente. Sgiach, Seoras y el resto de los Guerreros eran fabulosos, pero Stark era realmente un solitario. Aquí en Skye, no importaba lo bueno que fuese, siempre alguien estaba por ahí. Solamente porque el lugar estuviese retirado del mundo ‘auténtico’ no por eso estaban menos ocupados. Era una mierda estar constantemente—entrenando y manteniendo el castillo, comerciando con los locales y cosas semejantes. Y eso sin tomar en cuenta que él había formado equipo con Seoras, lo cual significaba que él era más o menos el criado/ esclavo /mandadero, presa fácil para los bromistas.
Allí había garrons[1]. Él nunca realmente había sido un amigo de los caballos, pero los garrons de la región montañosa eran animales asombrosos, aun si parecían producir una cantidad asombrosa de mierda de caballo que estaba totalmente fuera de proporción con su tamaño. Stark debería saberlo. Él había pasado la mayor parte de su tiempo paleándola, y cuando él había hecho un par de comentarios que, seguramente, pudieron haberse escuchado como quejas, Seoras y otro viejo Guerrero con acento irlandés, calvo, y con una barba pelirroja lo habían comenzado a decirle ‘Ach, pobre pequeña Mary con manos dulces, y suaves de una muchacha’.
No hay ni que decir que estaba malditamente contento de estar a solas con Z. Olía tan malditamente bien y se sentía tan malditamente bueno que tuvo que mantener recordando que no era un sueño. Que no seguían en el Otro Mundo. Esto era real y Zoey era suya.
Había ocurrido entre los profundos y ardientes besos que le dieron la impresión que iba a explotar. Acababa de decirle a ella que la amaba, y Z había estado sonriéndole. De repente algo dentro de él había cambiado. Se había sentido más pesado pero extrañamente más fuertemente. Y hubo un extraño sentido de choque que sacudió todas sus terminaciones nerviosas. Ella lo había besado entonces y, como siempre cuando Z lo besaba, había sido un poco más difícil para él para pensar, pero él supo que algo se había desconectado.
Se había sentido conmocionado.
Y eso, era extraño como el infierno porque él y Z habían estado besándose y más—mucho más—por algún tiempo. Era como si, en algún lugar en su interior, pero apartado de él, estuviese alguien que le había apartado de lo que estaba ocurriendo entre él y Z.
Luego comenzó a hacerle el amor a Z y hubo una sensación de asombro chisporroteante. Se había sentido extraño, pero todo se intensificaba cuando tocaba a Zoey. Y se había marchado casi tan rápidamente como había empezado, dejando a Z en sus brazos, fundiéndose con él de modo que lo único que llenaba su corazón, mente, cuerpo, y alma era ella…únicamente ella.
Después Stark intentó recordar lo que había ocurrido, aquello que le había parecido tan extraño—lo que le molestó tanto. Pero para entonces el sol ascendía, él iba a la deriva en un sueño felizmente agotado, y no le parecía tan importante.
Después de todo, ¿por qué debería él preocuparse? Zoey estaba escondida y a salvo entre sus brazos.

[1] Cualquier poni nativo de Escocia o Irlanda.

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