domingo, 9 de enero de 2011

2do Capítulo de Awakened en español!

Sacado de un blog llamado Dark Patience...
Neferet
Traducido por Isabella
 “Háblame. Cuéntamelo todo despacio y con claridad. Quiero saborear cada palabra.” Le dijo Neferet a Kalona, de rodillas ante él, acariciando sus blandas y oscuras alas desplegadas libremente alrededor del inmortal mientras estaba sentado en el banco, con la cara levantada hacia el cielo nocturno y su cuerpo bronce era bañado por el brillo dorado de la luna. Ella intento prevenirse del tembleque en previsión de su toque—en respuesta a su pasión fría, su calor congelado.

“¿Qué quieres que diga?” No bajo la mirada. En su lugar, abrió los ojos al cielo como si pudiera beber del cielo por encima de él. La pregunta la tomó por sorpresa. Su deseo disminuyo y dejo que su mano simplemente acariciara su ala.

“Quisiera que me dieras los detalles de nuestra victoria para que pueda saborear la misma contigo.” Hablo despacio, pensando que tal vez su cerebro pudiera estar aún un poco aturdido por el reciente desplazamiento de su alma.

“¿Nuestra victoria?” dijo.

Los ojos verdes de Neferet se estrecharon. “En efecto. Eres mi consorte. Tu victoria es mía, tanto como lo mío es tuyo.”

“Tu bondad es casi divina. ¿Te has convertido en una diosa durante mi ausencia?”

Neferet lo estudio de cerca. Todavía no la estaba mirando, su voz era casi inexpresiva. ¿Estaba siendo insolente? Se encogió de hombros apartando la pregunta, aunque siguió mirándolo atentamente. “¿Qué sucedió en el otro mundo? ¿Cómo murió Zoey?”

Supo lo que él le diría en el instante en que sus ojos ámbar finalmente encontraron los suyos, aunque infantilmente se cubrió las orejas y empezó a mover la cabeza hacia atrás y delante, atrás y hacia delante mientras las palabras llegaban como la estocada de una espada a su alma.

“Zoey Redbird no está muerta.”

Neferet se levantó y obligo a sus manos alejarse de las orejas. Se movió varios pasos lejos de Kalona, mirando sin ver en el líquido zafiro de la noche. Respiraba lentamente, con cuidado, tratando de controlar sus emociones en plena ebullición. Cuando finalmente supo que podría hacerlo sin gritar con ira al cielo, hablo.

“¿Por qué? ¿Por qué no completaste tu misión?”

“Es tu misión, Neferet. No la mía. Tú me obligaste a regresar a un reino del que había sido desterrado. Lo que paso era previsible: los amigos de Zoey se reunieron a su alrededor. Con su ayuda curaron su alma destrozada y se encontró de nuevo.”

“¿Por qué no evitaste que sucediera?” Su voz era fría. Ni siquiera le miro.

“Nyx.”

Neferet escucho el nombre saliendo de sus labios como si hubiera dicho una oración suave, baja y reverente. Los celos se apoderaron de ella.

“¿La diosa?” casi escupió las palabras.

“Ella intervino.”

“¿Ella hizo el que?” Neferet se dio la vuelta. La incredulidad teñida de miedo hizo que sus palabras fueran incrédulas y sin aliento. “¿Espero que no creas que voy a creerme que Nyx interfirió en una elección mortal?”

“No,” dijo Kalona, sonando cansado de nuevo. “Ella no interfirió, ella intervino y solo después de que Zoey ya se hubiera curado. Nyx la bendijo por ello. Esa bendición era parte de ella y de los guerreros que la salvaron.”

“Zoey vive.” La voz de Neferet era plana, fría y sin vida.

“Lo está.”

“Entonces me debes la sumisión de tu alma inmortal.” Ella empezó a alejarse de el hacia la salida de la azotea.

“¿A dónde vas? ¿Qué pasara ahora?”

Disgustada por lo que percibía como debilidad en su voz, Neferet se volvió hacia él. Se irguió alta y orgullosa y le tendió los brazos para acogerlo entre ellos en una caricia.
“¿Qué pasara ahora? Es muy sencillo. Voy a asegurarme de que Zoey vuelva a Oklahoma. Allí, con mis propias formas, voy a completar la tarea en la que has fallado.”

Para su propia retirada el inmortal pregunto: “¿Y qué hay de mí?”

Neferet hizo una pausa y lo miro por encima del hombro.

“Volverás a Tulsa también, solo que por separado. Necesito cosas de ti, pero no puedes estar conmigo públicamente. ¿No te acuerdas amor de que ahora eres un asesino? Tu llevaste a cabo la muerte de Heath.”

“Lo hicimos los dos,” dijo él.

Ella sonrió sedosamente. “No, de acuerdo con el alto consejo.” Ella encontró su mirada. “Esto es lo que va a suceder. Necesito que recuperes tu fuerza rápidamente. Al atardecer de mañana voy a tener que informar al consejo de que tu alma ha regresado a tu cuerpo y que me has confesado que mataste al muchacho humano porque pensabas que su odio era una amenaza para mí. Voy a decirles que como creías que estabas protegiéndome sean benévolos en su castigo. Solo te azotaran cien veces y te desterraran un siglo de mi lado.”

Kalona lucho por sentarse. Neferet estaba complacida de ver la ira en sus ojos ámbar.

“¿Esperas que te despojen de mi toque durante cien años?”

“Claro que no. Yo amablemente te permitiré volver a mi lado después de que curen tus heridas. Hasta entonces, todavía tendré tu toque; solo te voy a mantener alejado de miradas indiscretas.”

Levanto las cejas. Ella pensó cuan arrogante parecía aun debilitado y derrotado.

“¿Cuánto tiempo esperas encenderme entre las sombras, pretendiendo sanar heridas inexistentes?”

“Espero que estés ausente hasta que tus heridas se curen.” Con un movimiento rápido, preciso, Neferet estiro su muñeca hacia sus labios y dibujo un círculo de sangre poco profundo. Empezó a hacer un movimiento giratorio con el brazo levantado, tamizando el aire mientras hilos pegajosos de oscuridad se deslizaban ávidamente por su muñeca cual sanguijuelas. Apretó los dientes, obligándose a permanecer firme incluso cuando la nitidez de los tentáculos la apuñalaban una y otra vez. Cuando parecía suficientemente hinchado, Neferet hablo en voz baja, con amor.

“Tú has hecho tu oferta. Ahora yo debo hacer mi pago.” Ella miro desde sus tentáculos a su amante inmortal. “Lacéralo profundamente. Un centenar de veces.” Neferet lanzo la oscuridad hacia Kalona.
El inmortal debilitado solo tuvo tiempo de desplegar sus alas y empezar a levantarse del suelo hacia el borde del castillo. Los hilos lo atraparon a mitad de camino. Se envolvieron alrededor de sus alas en la base más sensible donde salían de su columna vertebral. En lugar de saltar por la azotea, se encontró atrapado, clavado contra la antigua piedra de lava lustrada, mientras que la oscuridad empezaba lentamente, metódicamente, a tramar surcos en su desnuda espalda.

Neferet miro solo hasta que su orgulloso y guapo amante se hundió en la derrota y tiro su cuerpo libre convulsionándose con cada corte.

“No lo estropeéis eternamente. Mi plan es volver a disfrutar de la belleza de su piel de nuevo,” dijo antes de volverse hacia Kalona y caminar por la azotea empapada de sangre. “Parece que tengo que hacerlo todo yo misma, y hay tanto que hacer… tanto que hacer…,” susurro a la oscuridad que revoloteaba alrededor de sus tobillos.

Desde las sombras detrás de las sombras Neferet pensó ver una silueta de un toro enorme mirándola con aprobación y placer.

Neferet sonrió.

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